Que solo uno de cada cien colombianos llegue a la vejez con la dentadura completa es un hecho preocupante. Si bien muchos pasan por encima del problema atribuyendo esta condición a un efecto natural de la edad, no hay tal.
De acuerdo con el IV Estudio Nacional de Salud Bucal, revelado por el Ministerio de Salud (el primero de su ti-po en 16 años), este no es el único dato que inquieta. Tras encuestar y evaluar clínicamente, durante dos años, a 20.534 personas de todas las edades, los investigadores encontraron que seis de cada diez colombianos tienen caries y el 33 por ciento de los mayores de 65 años han perdido todas sus piezas dentales.
La población infantil no se queda atrás. La mitad de los menores de 5 años ya presentan tal alteración, que, dicho sea de paso, es la puerta de entrada de otras afecciones que impactan en esas edades, no solamente en las funciones alimentarias, sino en todo su desarrollo.
De hecho, en el último estudio de carga nacional de la enfermedad se encontró que las afecciones de esta clase se encuentran entre las diez principales causas de pérdida de años de vida saludable en todas las edades, con mayor incidencia en los extremos de la vida, lo que se convierte en un factor de complicación de otras patologías.
Si bien las autoridades manifiestan que el panorama no es tan alarmante y que las cifras pueden compararse con las de otros países que, incluso, tienen mayores niveles de desarrollo, lo cierto es que sí hay razones para mirar con detenimiento este problema de salud pública.
Para empezar, la salud oral es parte de la atención integral que deben recibir to-dos los afiliados al sistema, que tiene cobertura casi universal. En otras palabras, la mala salud dental de los colombianos es reflejo del deficiente acceso de la población a programas de asistencia en dicho campo.
Si hay un aspecto en el que la prevención es determinante, ese es el del cuidado de la boca, desde antes, incluso, de que los niños tengan sus primeros dientes. La situación evidenciada en el estudio muestra con claridad que el sistema de salud está rajado en esta materia.
Una de sus peores fallas consiste en no brindar información a los colombianos sobre los derechos que en esta área tienen garantizados. Las barreras de acceso, las demoras en las citas y la dis-culpa, cuando consultan, de que la mayoría de los servicios no están cubiertos porque “son estéticos” han espantado a los afiliados.
Eso los obliga a recurrir a la oferta privada, lo que incrementa injustamente el gasto de bolsillo. Ahora bien, si no fuera de este mo-do, quizá las estadísticas serían mucho peores.
La ortodoncia para resolver problemas funcionales de la mecánica masticatoria, y que es muy popular entre los colombianos de casi to-dos los estratos socioeconómicos, no es proporcionada por el sistema; las limpiezas (no blanqueamientos ni aclaramientos) que se hacen para eliminar placa y cálculos, por lo general, son negadas y apenas uno de cada cinco niños menores de 5 años tiene sellantes, fundamentales para prevenir las caries.
Es cierto que hoy cuidamos más nuestros dientes que antes, pero sin el apoyo del sistema de salud.
Ojalá este estudio sirva para generar acciones claras que lleven a la práctica lo que ya está escrito en el papel. Los colombianos, hay que insistir en eso, tienen un derecho ganado a tener una buena salud oral. Las barreras que impidan esa garantía caen, incluso, en la ilegalidad.
editorial@eltiempo.com.co Diciembre 20 de 2014 El Tiempo
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