Saludcoop: ¿reformarla o liquidarla?

Nota Editor: Es increíble que estas cosas sigan pasando. ¿Hasta cuando el Gobierno Nacional y todas sus instituciones le podrán devolver la confianza a los colombianos? Que se tomen medidas ejemplares y se termine de una vez por todas estas muestras de corrupción e inoperancia de las instituciones que deben impartir justicia. 

Juan Gossaín
El interventor principal y la excontralora Morelli lanzan argumentos desde las dos orillas del debate.

Han pasado casi cuatro años desde que el país fue sorprendido con la noticia: el Gobierno había resuelto intervenir a Saludcoop, la empresa más poderosa del sistema de salud. Pero, a pesar del tiempo transcurrido y de las montañas de noticias que se han publicado desde entonces, los colombianos aún no conocen ni la décima parte de todos los abusos y disparates que han encontrado los interventores que asumieron su control.

Es para quedarse espantado, con la boca abierta y viendo un chispero. Los pormenores son espeluznantes. Para empezar, y solo como una muestra, les doy este dato: Saludcoop le cobró al Gobierno 15.200 facturas fraudulentas en menos de un año, entre el 2009 y el 2010. Era plata del pueblo colombiano. Perdónenme ustedes lo brutal de la pregunta, pero es inevitable: ¿cuántos enfermos murieron esperando que los atendieran con ese dinero?

Mientras los usuarios se morían, los dueños de Saludcoop compraron con esa misma plata 42 empresas en total, entre ellas 28 clínicas, otras dos compañías promotoras de salud, grandes lotes urbanos, edificios enteros, negocios en el exterior, colegios, una lavandería y hasta una fábrica de ropa que en el primer semestre de este año, ya en manos del Gobierno, produjo 10.723 prendas para uniformes hospitalarios.

Diabéticos y campañas electorales
Ahora ha venido a saberse que los recursos destinados a pagar las diálisis de los diabéticos los usaron para hacer negocios en Chile o en México. “Nosotros descubrimos en su momento que, con la plata que le debía al Hospital Infantil de Cartagena, Saludcoop compró unas oficinas de lujo”, recuerda la excontralora Sandra Morelli.

Sin embargo, a pesar de esa fiebre enloquecida de dinero, y aunque se daba el lujo de andar financiando campañas electorales, Saludcoop tenía deudas vencidas por 350.000 millones de pesos. Es decir: cogía, pero no pagaba.

Todavía perplejo, uno se pregunta: ¿cómo pudo ocurrir todo eso, durante tantos años, ante la mirada impávida de las autoridades? ¿Dónde estaban los organismos de control?

Por fin, en marzo del 2011, el Estado resolvió meterle la mano a Saludcoop. La contralora Sandra Morelli sostiene desde entonces que la defraudación asciende a 1,4 billones de pesos, una suma que tiene 13 dígitos. A mí no me cabe en la cabeza. Y conste que la tengo grande.

Otros damnificados del problema de Saludcoop han sido sus empleados, que sufren la incertidumbre sobre el futuro de esta empresa de salud. Sebastián Salazar / EL TIEMPO
Entre reforma y liquidación
Hasta este momento el propio Gobierno, sus opositores y los especialistas en la materia no han podido ponerse de acuerdo en el tema fundamental: decidir si Saludcoop debe ser liquidada de una vez por todas o si, por el contrario, se le debe reformar para que siga operando.

El grupo de interventores gubernamentales que hoy maneja Saludcoop está encabezado por el médico samario Guillermo Grosso, un cirujano de 46 años, especializado en gerencia hospitalaria. Fue él quien lideró el proceso de trasladar a los usuarios del antiguo Seguro Social a la Nueva EPS.

“La idea no es liquidar a Saludcoop, sino salvarla –me dice Grosso–. El grupo, que también incluye a Cruz Blanca y Cafesalud, tiene más de 26.000 trabajadores directos y más de 7 millones de afiliados. Eso es el 15 por ciento de toda la población colombiana, imagínese usted. No podemos dejar desamparada a tanta gente”.

Sin embargo, algunos integrantes de su propio equipo de trabajo creen que el único camino viable es la liquidación. Un alto funcionario sostiene que “lo primero que hay que hacer, para comenzar, es salvar los 1,4 billones que deben retornar al sistema de salud”.

¿Cuánto es el faltante?
El interventor Grosso dice, a su turno, que comparte esa afirmación, “porque el dinero que desvió la administración anterior hay que reintegrarlo. Pero no estamos de acuerdo en que el monto sea 1,4 billones , como lo señaló la Contraloría, ya que es una cifra exagerada y podemos demostrarlo. La cifra correcta es 650.000 millones, que fue lo que detectó la Superintendencia de Salud”.

Otro funcionario me explica que “Saludcoop cumple con todas las causales para desaparecer. Y la verdad es que, en este momento, con esa misma plata se están manteniendo las otras empresas que integran el grupo. No entiendo por qué hay que sostener lavanderías con la plata de la salud”.

–Eso es porque ellos piensan en la antigua Saludcoop, que estaba relacionada con corrupción, malas prácticas, desvío de recursos –replica Grosso–. Pero en la nueva Saludcoop tenemos una palabra fundamental: transparencia.

¿Existe una nueva Saludcoop?
Desde Italia, donde está refugiada, la señora Morelli asegura lo contrario. “El actual superintendente de Salud, Gustavo Morales, y los interventores han perpetuado todas las prácticas de defraudación de Saludcoop. Por eso, en la Contraloría les abrimos un proceso por 300.000 millones de pesos, que actualmente está en imputación de cargos”.

Los interventores afirman que, en los tres años y medio que llevan en su trabajo, el número de afiliados ha crecido un 8 por ciento y que las estadísticas de atención a los pacientes han mejorado en un 36 por ciento. “Eso se debe a que la gente ha recuperado la confianza en Saludcoop, sostiene Guillermo Grosso. Sandra Morelli dice, en cambio, que en ese mismo lapso la situación ha empeorado. “Las deudas de Saludcoop se duplicaron y ya van por 650.000 millones de pesos”, dice ella.

Grosso admite que eso es verdad, “aunque podríamos pagar dichas deudas, y tener equilibrio en las operaciones, si nos dejaran vender unos activos, pero la Contraloría los embargó”. La señora Morelli replica con esta pregunta: “¿Cómo quiere seguir operando una entidad que no tiene margen de solvencia ni patrimonio técnico, cuyos directivos fueron sancionados por la Contraloría y la Procuraduría; una entidad cuya licencia de operaciones está caducada y que tiene sentencias en contra del Consejo de Estado y de la Corte Constitucional?”.

Ejemplo: el Seguro Social
–Precisamente por eso –le contesta Grosso–. Porque, después de aquel desastre que fue Saludcoop en el pasado, nosotros queremos demostrar lo contrario: que los dineros de la salud sí pueden usarse para la salud. Pero para eso tenemos que doblar la página y desligarnos de la vieja Saludcoop. Hay que mirar al futuro.

En este punto, la señora Morelli se pregunta que, si se liquidó el Seguro Social, que les pertenecía a todos los colombianos y nadie salió a defenderlo, “¿por qué no se puede liquidar Saludcoop, cuya propiedad está 85 por ciento en manos de una sola persona?”.

–En primer lugar, no es verdad que el 85 por ciento de Saludcoop pertenezca a una sola persona –responde Grosso–. Su propiedad está en cabeza de 2.879 cooperados y 23 cooperativas. En segundo lugar, Saludcoop es más grande que el Seguro Social. Es la empresa de salud más grande en la historia del país y yo no sé si el sistema resistiría el descalabro de su desaparición. Lo fácil es liquidar a Saludcoop. Lo complejo, pero valioso, es salvarla”.

Morelli agrega que “no liquidar a Saludcoop es la prueba de cómo se pone en riesgo todo el sistema de salud para cuidar la heredad de unos pocos y para proteger quién sabe a quién”.

Epílogo
El fundador y presidente de Saludcoop, Carlos Palacino, declaró ante la Fiscalía General de la Nación que nunca hubo desfalco ni fraude alguno. “Lo que pasó fue que un defecto en las computadoras no nos permitió identificar los cheques correctamente”, dijo.

Carlos Palacino, fundador de Saludcoop,
dijo que no hubo desfalco ni fraude.
“Lo que pasó fue que un defecto en las
computadoras no nos permitió identificar
los cheques correctamente”. Archivo
La Procuraduría General inhabilitó a Palacino para ejercer cualquier cargo público durante 18 años. Como si Palacino estuviera interesado en que lo nombren Secretario de Tránsito de Bogotá o mensajero en los juzgados de Paloquemao. (Pero a lo mejor es una precaución juiciosa: como están las cosas en este país, quién quita que un día de estos a alguien se le ocurra nombrarlo ministro de Salud).

Entre tanto, el Gobierno ha ampliado la intervención por un año más, hasta el 2015. Entre tanto, y mientras los grandes señores siguen discutiendo, en Colombia hacen falta 33.000 camas hospitalarias. Entre tanto, los hospitales están caminando al borde de la quiebra porque las empresas de salud les deben 6 billones de pesos. Entre tanto, no hay oxígeno en las clínicas.

Y eso no es lo peor de todo. Lo peor no es la cantidad de dinero desaparecido. Lo peor no lo hemos mencionado a lo largo de esta crónica. Lo peor es que, casi cuatro años después, no hay un solo detenido. Ni medio.

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