Por: Manuel Borrero Cedeño
La universidad es tal vez la institución más grande que el hombre haya fundado en toda su existencia como especie; ella representa en el mundo actual, la máxima expresión del cultivo y desarrollo del conocimiento, el avance de la ciencia y la respuesta tecnológica a los problemas que deben resolverse para garantizar nuestra existencia y la estabilidad del planeta.
La universidad podría decirse, es la materialización de las ideas y también la expresión de las ideologías que a lo largo de la historia de la humanidad han influido en las dinámicas sociales de los diferentes pueblos de la tierra.
La universidad es tal vez la institución más grande que el hombre haya fundado en toda su existencia como especie; ella representa en el mundo actual, la máxima expresión del cultivo y desarrollo del conocimiento, el avance de la ciencia y la respuesta tecnológica a los problemas que deben resolverse para garantizar nuestra existencia y la estabilidad del planeta.
La universidad podría decirse, es la materialización de las ideas y también la expresión de las ideologías que a lo largo de la historia de la humanidad han influido en las dinámicas sociales de los diferentes pueblos de la tierra.
Por eso resulta importante revisar su trayectoria para lograr contextualizar nuestra realidad actual frente a la problemática que afrontamos en y con nuestra universidad.
La universidad como todas las demás cosas existentes no es algo ex nihilo (surgido de la nada) sino el producto de la confrontación de circunstancias conspirativas determinantes para su nacimiento, evolución, expansión y persistencia ideológica–organizacional a lo largo y ancho del planeta.
Hoy hace parte de la cotidianidad de las sociedades, a tal punto de haberse convertido en una etapa fundamental en el desarrollo de la vida de la mayoría de los ciudadanos del mundo, a ella acudimos por casi toda nuestra existencia en búsqueda de conocimientos y de la posibilidad para mejorar nuestras habilidades y competencias condición sine qua non para realizar sueños existenciales y alcanzar metas. Aquí es donde la dialéctica, la dialógica socrática y la praxis se confabulan para crear personas facultadas para intervenir, influir y gobernar sus sociedades.
¿Cómo pudimos llegar a lo que hoy reconocemos como universidad?
Esta institución, como actualmente la conocemos surge de la Edad Media europea según lo afirman expertos como Homer Haskins (EEUU 1870-1937), en su obra El Renacimiento del siglo XII (1927) y el profesor Hastings Rashdall (1858-1924) filósofo Inglés, teólogo e historiador, que en su obra Universidades de Europa (1895) dice “que la idea propiamente dicha de Universidad es esencialmente medieval y que es curioso observar cuan ampliamente esa idea continúa aún dominando nuestros modernos esquemas educativos” . Esta última afirmación de Rashdall sigue vigente en pleno siglo XXI.
Las civilizaciones antiguas, como el caso de los egipcios, los griegos, los romanos y también las de oriente no constituyeron universidades como las conocemos hoy sino que desarrollaron procesos educativos de alto nivel sin considerar una certificación a sus estudiantes. Tomando apartes del capitulo de la universidad en la historia (1), podemos acercarnos al panorama de la educación superior en el oriente antiguo.
“La tradición educativa asiática, como el caso de las escuelas Brahmánicas, que UNESCO la considera la más antigua del mundo pues dieron el ejemplo perfecto de la educación fundada en la filosofía y la religión, pero al mismo tiempo considerando el estudio de las matemáticas, la historia, la astronomía y hasta la economía.
En China, la invención del papel y la imprenta unidos a la escritura motivaron significativamente el desarrollo de la educación superior, la ciencia y la tecnología materializada por la invención de la brújula y la pólvora, especialmente; sin embargo, esta educación tuvo una fuerte dedicación a la lectura que determinó de alguna manera el desarrollo de verdaderos doctorados en Letras Clásicas, Derecho, Caligrafía y Matemáticas. También había exámenes para obtener el permiso para practicar la medicina y ejercer cargos públicos en el imperio.
En Egipto, la Escuela de Alejandría fundada por Ptolomeo Soter (siglo II a.C), la misma de Euclides con su célebre biblioteca; fue todo un complejo educativo, que convirtió a esta ciudad en la sede cultural del helenismo, judaísmo y el cristianismo, desafortunadamente destruida durante la invasión de Julio cesar (año 48 a.C).
No se puede ignorar la valiosa contribución de los griego y los romanos en la edificación de la universidad, a tal punto que Pedro Henríquez Ureña (1884-1946, escritor, filólogo y periodista dominicano) sostiene que la Universidad es una herencia misteriosa de Grecia a la civilización moderna”.
El anterior y brevísimo recorrido por la historia, nos puede acercar a la idea evolutiva de la Universidad como resultado de los procesos sociales e ideológicos de los pueblos jugando un papel decisivo en la identificación y caracterización de las necesidades e intencionalidades temporales y espaciales de la humanidad.
Detallar los diversos episodios y actores de la evolución histórica de la Universidad nos ocuparía muchas horas de nuestra atención; sin embargo, con lo tratado en este ensayo, nos ayudará a comprender la interacción entre la Universidad y la sociedad a través de los tiempos.
A manera de una primera conclusión, podemos decir que la Universidad ha sido el resultado de distintos “primordios” desarrollados en épocas, lugares y civilizaciones diferentes y distantes; aunque, de manera generalizada, se asume que su origen tal como la concebimos hoy pertenece a la edad media europea.
En este orden de ideas, los estudiosos de la historia de la Universidad, en su mayoría aceptan que los factores motivantes para su origen sucedieron entre los siglos XI y XII, cuando el crecimiento de la población se aceleró originando un significativo desarrollo urbanístico, provocando una mayor complejidad social, dinámicas culturales y la especialización de actividades laborales.
Estos fenómenos promovieron, a su vez, nuevas estructuras sociales y económicas que exigían el desarrollo de nuevos conocimientos, habilidades y maneras de organización política, hechos que llevaron a la necesidad de darle una especial consideración a la educación como herramienta, especialmente de los grupos dominantes, para ejercer gobernabilidad en las poblaciones.
“La fundación de las ciudades, que en un principio (los burgos) surgieron en torno al castillo del señor feudal buscando su protección, influyó mucho en los cambios sociales y culturales que dieron origen a la Universidad. La amenaza de las invasiones bárbaras había obligado la construcción de ciudades fortificadas propiciando la formación de un ambiente urbano y la aparición de una nueva clase social, los burgueses; de ahí que algunos autores relacionen, el nacimiento de la Universidad con la aparición de la burguesía” (Galo Gómez Oyarzún, Universidad a través del Tiempo, 1998).
Gómez sostiene además, “que las universidades nacieron a la sombra del movimiento social que a partir del siglo XI produce el desarrollo de esta nueva clase social, en pugna con el esquema tradicional de la sociedad feudal. Al margen del noble, del religioso y del campesino, que constituyen tres arquetipos humanos de los primeros siglos de la Edad Media, surgen los burgueses, es decir, los hombres cuyo quehacer no es la guerra, ni la oración, ni el cultivo de los campos, sino el comercio y la artesanía”.
Como consecuencia, la ciudad medieval evoluciona a centro de comercio e intercambio cultural haciendo que la fortaleza feudal se transformara en un mercado. Esta metamorfosis trajo como consecuencia grandes cambios en la economía y las dinámicas sociales influyendo significativamente en la educación.
Como los explican los profesores norteamericanos William Boyd (1952-) y Edmundo King (1946-), en su obra Historia de la Educación, donde cuentan su versión sobre el nacimiento de las universidades: “No es exagerado decir que lo más característico de la vida y el pensamiento medievales debió su origen al desarrollo de las ciudades. Dentro de sus murallas, los ciudadanos adquirían cierto grado de independencia que crecía constantemente; formaban consejos para el manejo de sus asuntos comunes y corporaciones para la protección y regulación de sus oficios; y con una autonomía progresivamente creciente se liberaron poco a poco de las restricciones más fastidiosas que les imponían los grandes señores de la Iglesia y el Estado. El nuevo movimiento cívico pronto se hizo sentir en la esfera de la educación...... A pesar del control clerical, las escuelas se hicieron inevitablemente, cada vez más seculares en su carácter. Hacia el fin de la Edad Media, algunas inclusive escaparon de las manos de la Iglesia y se transformaron en instituciones puramente municipales. Sin embargo, no son las escuelas de gramática ni las aún más humildes escuelas de canto, sino las nuevas escuelas de altos estudios, inicialmente llamadas studia generalia posteriormente conocidas como universidades las que muestran los efectos más notables que tuvo el desarrollo de las ciudades medievales en la educación.”
Con esta explicación, Boyd y King nos dejan claro que la Universidad es producto de la evolución misma de la sociedad humana, además es evidente que esta sinergia se ha mantenido por largo de su historia. Ahora bien, ¿qué ha ocurrido en Colombia con la Universidad? Para responder esta pregunta he tomado como referente el ensayo “Reforma universidad y sociedad, dos concepciones sobre la universidad colombiana en los años sesenta y setenta” Álvaro Acevedo Tarazona, 2011.
Este interesante documento toma las reflexiones de dos ilustres colombianos, que aunque el autor los ubica en el plano de la contradicción o de orillas opuestas, en mi opinión sus apreciaciones son solo diferentes puntos de vista gestados en la particularidad de la temporalidad existencial y la experiencia propia de sus trayectorias en el universo académico.
En este sentido Rafael Gutiérrez Girardot (Sogamoso Boyacá, 5 de mayo de 1928 – Alemania, 26 de mayo de 2005) y Rafael Humberto Moreno-Durán, también conocido por sus siglas R.H. (Tunja 7 de noviembre de 1945 - Bogotá 21 de noviembre de 2005) protagonistas de esta corta historia, nos permitirán recrear momentos, muchos de ellos ajenos y desconocidos, del mundo y de la nación que perfilaron nuestra historia patria e influyeron en la educación, especialmente en el quehacer de la Universidad colombiana.
Pues bien, Rafael Gutiérrez Girardot, abogado y escritor que se radicó en Europa, profesor de varias universidades, especialmente alemanas y Rafael Humberto Moreno-Durán, también abogado, ensayista y novelista nos cuentan, a su manera y estilo que ocurrió estas dos décadas, ya casi lejanas para muchos y no vividas para otros.
Gutiérrez Girardot, enfoca a la Universidad desde la visión del reformismo y la herencia de la hispanidad; mientras que para Moreno Durán su enfoque corresponde a los eventos de Mayo de 1968, en Paris Francia, y la rebeldía de una generación que vio morir la utopía en el mismo instante que creía en ella. Es importante tener en cuenta recordar que el siglo XX fue la época en la Universidad adquirió una gran importancia, en el continente americano, para el Estado y para la sociedad civil. Los dos enfoques coinciden, en que parten de la referencia de los conflictos vividos por la Universidad colombiana en las décadas de los 60 y 70, que se contagiaron del espíritu de las luchas democráticas ocurridas en Córdoba Argentina, a principios del siglo veinte.
“.... Una época de efervescencia y rebeldía juvenil que pretendía cambiar la sociedad en pos del hombre nuevo emulado por Che Guevara, y que pese al radicalismo de las izquierdas represento para el país un acercamiento a ideas, valores y hábitos en boga en diferentes partes del mundo. El ideal comunista con base en el principio, según lo escrito, en la Crítica al programa de Gotha (1875)- (De cada cual sus capacidades, a cada cual según sus necesidades) y el determinismo social y económico que caracterizó la mirada estudiantil de esta época; que caso todo lo quiso resumir a la lucha de clases contra el capital imperialista , se complementó con la obstinación de la política oficial que siguió a pie juntillas las recomendaciones de entidades y asesores norteamericanos imbuidos en el desarrollo” (Atcon, 1963, Escobar, 2007).
Para Rafael Gutiérrez Girardot, según un texto publicado en la revista Argumentos en 1986, titulado Universidad y Sociedad, expones tres tesis con las cuales se propone a romper con las demagogias patrióticas y los dogmas sacrales del alma mater: (Por una autentica reforma universitaria)
- La democratización de las sociedades que promovieron la revisión de la misión y función de la universidad. El problema consistió en que bajo el impulso del movimiento estudiantil de mayo de 1968, se pretendió acabar con una tradición secular universitaria en Europa, con resultados fallidos que sólo generó la burocratización de la universidad y el desmejoramiento de la investigación y la docencia; que sólo condujo a un sistema profesionalizante e impersonal de la vida académica. “... El ideal de hombre nuevo que debía producir la revolución que obsesionó al Che Guevara para hacer de los cubanos verdaderos seres humanos, capaces de superarse cada día .... Esta búsqueda del hombre nuevo, de un no-hombre también aconteció en las selvas del magdalena medio cuando a la línea intelectual de estudiantes universitarios incorporados al ELN se les exigió sacrificios igual o mayores que a los campesinos... cualquier desvío hacia ese ideal era señalado como devaneo del pequeño burgués que se pagaba con la vida... ¿la marcha de Camilo Torres hacia la guerrilla también era interpretada como la búsqueda de este ideal que de inmediato convertía al elegido en peón y mártir de la revolución?
- Desarrollo de la ciencia pura y desinteresada. El problema se encuentra en las relaciones adecuadas que deben existir entre la universidad y la sociedad; que en nuestro caso están muy deterioradas debido al rechazo y al rencor, que sólo puede ser superado por una reflexión histórica frente a la hegemonía de la religión católica, con una serie de tradiciones anacrónicas que se reflejaban en el Catecismo del Padre Gaspar Astete texto de enseñanza obligatoria en todas las instituciones educativas.
- Odio, tergiversación, dogmatismo y polarización de la vida social y cultural, más la violencia generalizada han interferido en la libertad del saber, a la búsqueda del conocimiento, al ethos intelectual, a la tolerancia y a la crítica.
Universidad Justicia y rebelión
Para Rafael Humberto Moreno Durán..... La juventud se reconocía traicionada y reclamaba cuentas a sus padres. Nunca como antes la historia era rica en crímenes y vejaciones, gracias a la televisión que permitía asistir en primera línea de fuego a la guerra de Vietnam, la crisis de misiles en Cuba y la invasión de Santo Domingo.
Para Moreno Durán, los estudiantes de la Universidad Nacional aclamaron a Camilo Torres desde los balcones de la cafetería central y meses después lloraron su muerte, al igual que los sacrificios del CHE. Una generación envuelta en un dramático destino, con compañeros de bohemia asesinados y destruido.
Para M.D., la historia de la Universidad giró hacia el caos cuando en 1967, Carlos Lleras Restrepo, con su carácter mezquino y vengativo convirtió a la Universidad Nacional de Colombia en un campus de maniobras militares, hecho que relata “La toma de la UN, es un hecho sin precedentes en la historia del claustro que por primera vez era profanado por la bota militar. Cerca de 10.000 estudiantes, fueron detenidos y que nadie se salvó de la represión – celadores, conserjes, decanos, doctores, incluyendo al loco Agudelo que llevado por el temor a ser torturado, se disfrazó de bailaora de flamenco.... La ira del Presidente se extendió a potreros aledaños y casas de profesores, y aún alcanzó para que se firmara el decreto de expulsión de Martha Traba, directora de la oficina de extensión cultural, porque se atrevió a decir que la Universidad en nada se diferenciaba del Sinaí. Todo esto ocurrió porque el Presidente había sido abucheado y sacado a tomatazos del campus universitario en presencia de uno de los Rockefeller.
Como conclusión
“En estos días asistimos a la reedición de una serie de problemáticas en torno y sobre la universidad en nuestro país y en varios países del mundo como Chile, Canadá o España. Al parecer, los gobiernos, los medios y los estudiantes que se movilizan por las calles saben o recuerdan que sus luchas y posiciones tuvieron en los años sesenta y setenta del siglo pasado un momento de emergencia, que en cierto sentido, representó una ruptura frente a algunas tradiciones culturales y sociales. El uso de la violencia en la política bajo el cariz de la lucha armada como la vía expedita para transformar la sociedad desde sus cimientos, por ejemplo, fue interpretado en su época, por militantes y analistas externos desde orillas distintas. Pervivencia secular de nuestra formación hispánica y cristiana o máxima forma de lucha política constituyen dos miradas sobre una época que cobran vigencia en un país que no ha resuelto problemas de larga duración”. Álvaro Acevedo Tarazona, 2011.
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