Por: REDACCIÓN ELTIEMPO.COM  | 7:28 p.m. | 04 de Enero del 2012
La educación médica continua también es un problema pendiente. La mundialmente reconocida calidad de los médicos colombianos 
empieza a ser historia, según voces autorizadas en un tema tan complejo y
 que a todos incumbe como la educación y la formación de estos 
profesionales en el país.
    
Una de ellas es la de José Félix Patiño Restrepo, ex ministro de 
Salud, ex rector de la Universidad Nacional y profesor de medicina de 
varias generaciones de médicos, quien asegura que una de las 
consecuencias más graves de la crisis del sistema de salud y de la 
proliferación indiscriminada de facultades de medicina es el deterioro 
marcado del nivel académico y científico de dicha carrera.
El profesor Patiño, recientemente galardonado por el Gobierno 
Nacional con la Condecoración Simón Bolívar en la Orden Gran Maestro, 
afirma que este es un asunto de preocupación permanente en el ámbito 
académico, por los efectos que ya está trayendo a la salud de la 
población.
    
Asimismo, la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas ha 
advertido que más de la mitad de los 4.500 médicos que egresan cada año 
de las 57 facultades del país presentan serios vacíos en materias que 
antes eran vitales en la educación de un médico, como las ciencias 
básicas y la práctica idónea.
    
Cuesta controvertir tales argumentos en un país en el que los 
verdaderos hospitales universitarios, fundamentales en la medida en que 
allí los futuros médicos afianzan sus conocimientos y tienen contacto 
directo con pacientes de carne y hueso, no pasan de la decena. Sin 
contar con que la mayoría de los estudiantes tampoco cuentan con 
profesores de tiempo completo y dedicación exclusiva, y que menos del 5 
por ciento de estos alumnos están vinculados, como debería ser, a 
proyectos de investigación.
    
Algunos estudios indican, además, que más de la mitad de los ya 
egresados no leen inglés en forma fluida, lo cual coarta su posibilidad 
de acceder a estudios e investigaciones que se publican en revistas 
internacionales, cuya lectura está ligada a los necesarios procesos de 
actualización permanente.
    
La educación médica continua también es un problema pendiente. Buena
 parte está orientada, financiada e incluso costeada por las 
farmacéuticas y los productores y comercializadores de equipos e insumos
 médicos, lo cual le imprime un sesgo preocupante a la formación.
    
El resultado, según expertos y organizaciones de pacientes, son 
médicos moldeados para funcionar de acuerdo con las necesidades del 
sistema de salud, que demanda de ellos más competencias técnicas, 
administrativas y financieras que científicas. Vale decir también que 
las condiciones laborales y de proyección académica y profesional llegan
 a ser tan precarias que muchos de ellos emigran a otros países en busca
 de mejores oportunidades.
    
Las fórmulas propuestas para resolver un asunto tan delicado están 
encabezadas por la puesta en cintura de decenas de facultades que, 
movidas por el negocio, gradúan médicos a granel, pese a carecer de los 
requisitos mínimos para garantizar su idoneidad.
    
También se ha buscado sacar adelante un proceso de recertificación 
periódica, que los induzca a mantenerse actualizados, y se estudia la 
posibilidad de que la educación continua en este campo esté a cargo del 
sistema de salud.
    
Los llamados a ponerle orden al problema son, en primer lugar, los 
ministerios de Salud y de Educación, cuya laxa rectoría ha sido 
determinante en su profundizació n; también, los médicos, a quienes 
asiste el deber primario de abrir el debate en un marco de autocrítica y
 autorregulació n. Es una tarea que no da espera, pues no se puede 
perder de vista que millones de colombianos ponen todos los días su 
salud y su vida en sus manos.
 

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